La rosa del Adviento
El Adviento es una temporada de anticipación y preparación, un tiempo para preparar nuestros corazones y mentes para la venida de Cristo. En medio de los tonos profundos de azul o violeta que caracterizan este tiempo de penitencia y reflexión, la vela y los ornamentos rosados del tercer domingo de Adviento destacan como un símbolo de gozo. Conocido como Domingo Gaudete—de la palabra latina que significa "regocíjense"—este día nos invita a pausar nuestra introspección y celebrar la esperanza y la alegría que trae la llegada de Cristo.
El simbolismo del rosado
La vela rosada, la tercera del círculo de Adviento, a menudo se llama la "Vela del Gozo." Su color suave y cálido nos recuerda que la oscuridad de la temporada pronto dará paso a la luz radiante de la Navidad. De manera similar, los ornamentos rosados que usan los clérigos este día reflejan el mismo tema: un signo visual del gozo y la esperanza que interrumpen nuestra espera.
Este gozo no es un sentimiento abstracto, sino una profunda seguridad espiritual enraizada en las promesas de Dios. Sofonías 3:14-20, una de las lecturas del leccionario para el tercer domingo de Adviento, lo expresa maravillosamente:
"Canta, hija de Sión;
grita de júbilo, Israel;
alégrate de todo corazón,
hija de Jerusalén." (Sofonías 3:14, NVI)
En estos versículos, el profeta Sofonías proclama una visión de restauración y renovación. Dios promete reunir a los desterrados, eliminar los juicios y regocijarse en su pueblo con alegría. Esta visión de gozo nos recuerda que, incluso mientras esperamos la llegada de Cristo, podemos celebrar el amor y la fidelidad duraderos de Dios.
Gozo en medio de la reflexión
El Adviento no es solo una espera sombría. El Domingo Gaudete sirve como recordatorio de que, incluso en medio del anhelo y la preparación, el gozo no solo es posible, sino esencial. El apóstol Pablo lo subraya en Filipenses 4:4-7:
"Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca."
La exhortación de Pablo a regocijarse no es un llamado a ignorar los desafíos de la vida, sino a anclarnos en la cercanía de Dios. Al encender la vela rosada, declaramos nuestra confianza en la promesa de que Cristo ya está obrando en el mundo, trayendo sanidad, paz y salvación.
Dar fruto con gozo
a vela rosada y su simbolismo de gozo también nos desafían a actuar. En Lucas 3:7-18, Juan el Bautista llama a sus oyentes a dar frutos dignos de arrepentimiento. Esta anticipación gozosa de la venida de Cristo no es pasiva; es una invitación a alinear nuestras vidas con la voluntad de Dios.
Podríamos preguntarnos: ¿Cómo podemos encarnar el gozo de esta temporada en nuestras acciones? ¿Podemos ofrecer una palabra amable, apoyar a un vecino necesitado o extender gracia a alguien que nos ha ofendido? El gozo simbolizado por la vela rosada nos impulsa a vivir como portadores de la luz de Cristo en un mundo que anhela esperanza.
Al encender la vela rosada y ver los ornamentos rosados este Domingo Gaudete, recordemos las palabras de Sofonías, la exhortación de Pablo y el desafío de Juan el Bautista. Juntos, nos llaman a regocijarnos, prepararnos y actuar. El gozo del Adviento no es simplemente un sentimiento pasajero, sino una verdad profunda: Cristo está cerca, y su luz transforma nuestra espera en esperanza, nuestra preparación en alegría y nuestra fe en acción.
Que nos regocijemos con todo nuestro corazón, sabiendo que el Señor está en medio de nosotros.