La resurrección de Jesús es uno de los eventos más significativos en la historia cristiana, un hecho central de nuestra fe que nos da certeza de su divinidad, de la verdad del mensaje que predicó y que representa la victoria sobre el pecado y la muerte.
Es por esto que la Pascua es una de las celebraciones más importantes en nuestro calendario litúrgico. En la Iglesia Episcopal, la Pascua es una celebración alegre y significativa que se celebra con una variedad de servicios y rituales.
La celebramos durante 50 días que comienzan el Domingo de Pascua. Durante este tiempo, nos reunimos para orar y reflexionar sobre el significado de la resurrección de Jesucristo y su impacto en nuestras vidas.
Uno de los momentos más importantes de la época de Pascua en la Iglesia Episcopal, lo celebramos el sábado pasado: La Vigilia Pascual. Este servicio comienza en la oscuridad con el encendido del fuego nuevo o fuego pascual, que simboliza la luz de Cristo que ilumina el mundo. Luego, se lleva a cabo una procesión con velas y se canta el Exultet, un canto que anuncia la resurrección de Jesús.
La celebración de la Vigilia Pascua también incluye la renovación de los votos bautismales, donde recordamos nuestro propio bautismo y renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesucristo. Este servicio es especialmente significativo, ya que simboliza la muerte y resurrección de Cristo y la promesa de vida eterna para todos aquellos que creemos en él.
Además, durante esta temporada, la Iglesia Episcopal utiliza símbolos y rituales especiales en sus servicios para recordar la resurrección de Jesucristo. Los colores litúrgicos cambian de morado a blanco o dorado, y se usan flores y decoraciones alegres en el santuario.
La Pascua es un momento de renovación y esperanza para los miembros de la Iglesia Episcopal y por esto la celebramos de manera significativa y hermosa.
¡Aleluya, Cristo ha resucitado!