Carta pastoral sobre las elecciones nacionales
6 de noviembre de 2024; Una carta pastoral
Querida Comunidad de Santa María Magdalena y San Martín,
Gracia y paz a cada uno de ustedes.
A medida que nuestro país avanza tras estas recientes elecciones, sé que muchos en nuestra comunidad sienten emociones diversas. Algunos se sienten esperanzados y animados, mientras que otros sienten tristeza, decepción o incluso miedo. Para algunos, puede haber una profunda preocupación por lo que estos cambios significarán para sus vidas y las vidas de sus seres queridos. En momentos como éste, es más importante que nunca que nos unamos como comunidad de fe, cimentados en nuestra vocación de seguir a Cristo.
Nuestro Pacto Bautismal nos da una visión de quiénes somos y quiénes estamos llamados a ser, especialmente en tiempos de incertidumbre. Independientemente de quién ostente el poder en el gobierno, nuestro propósito como seguidores de Cristo permanece constante y claro. Estamos llamados a «buscar y servir a Cristo en todas las personas, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos». Este amor, modelado según Jesús, nos pide que nos abracemos unos a otros con compasión, que nos escuchemos profundamente unos a otros y que creemos un espacio para las experiencias de aquellos que pueden sentir de manera diferente. Nuestro Pacto Bautismal nos llama a amar más allá de nuestras divisiones y desacuerdos, viendo a Cristo en cada persona -incluso, y especialmente, en aquellos que no podemos entender.
Ahora, quizá más que nunca, también estamos llamados a «luchar por la justicia y la paz entre todos los pueblos y respetar la dignidad de todo ser humano». Esto significa que debemos ser una fuente de esperanza y compasión, tendiendo la mano a quienes se sienten marginados, vulnerables o atemorizados. Nuestro papel como comunidad religiosa es estar al lado de los que necesitan apoyo, ser la voz de los que no tienen voz y trabajar por un mundo en el que la justicia y la paz de Dios sean conocidas por todos.
En Mateo 25:40, Jesús nos dice: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». Como seguidores de Cristo, estamos llamados a vivir nuestra fe a través de nuestras acciones, a llevar el amor de Dios a un mundo que lo necesita profundamente. Este trabajo sagrado -cuidar, servir, elevar- no es fácil, pero es esencial y es nuestra vocación. Y como comunidad, no recorremos este camino solos. Juntos, sacamos fuerzas unos de otros y del Espíritu de Dios mientras nos esforzamos por vivir fielmente.
En los días, meses y años venideros, invito a cada uno de nosotros a retomar nuestras prácticas compartidas de reunión, culto, oración, servicio y apoyo a los Santos MM&M. Reunirnos como comunidad de fe es vital. Reunirnos como comunidad de fe es vital. No se trata simplemente de rituales; son los medios por los que nos mantenemos conectados unos con otros y con el amor de Dios. Cuando nos reunimos, nos afianzamos en la paz de Dios, reforzamos nuestros lazos como comunidad y renovamos nuestro compromiso con la labor que Cristo nos ha encomendado. Hagamos de la reunión en comunión una prioridad, porque es en esta unidad donde encontramos aliento, resistencia y propósito. Juntos, podemos animarnos unos a otros, rezar por nuestros líderes y nuestra nación, apoyarnos unos a otros en el amor, y servir juntos para ayudar a ser la luz de Cristo en las comunidades que nos rodean.
Que seamos un faro de esperanza, compasión y resistencia, arraigados en las promesas que hemos hecho y sostenidos por el amor sin límites de Dios. Ahora es el momento de dejar brillar nuestra luz, para que otros puedan ver el amor de Cristo a través de nosotros.
Con profundo amor y esperanza permanente,
Padre Lee+